Fotografía de Johann Romero
- La escritora colombiana María del Mar Ramón publica Follar y comer sin culpa. El placer es feminista (2024), una invitación a las mujeres a dejar de sentir culpa por su cuerpo, su imagen, sus relaciones… y a recuperar su rabia
En una sociedad en la que se incita a las mujeres a vivir en la culpa, el libro de la escritora colombiana María del Mar Ramón se convierte en necesario. La investigadora Marianela Linares Antequera explica en un estudio con perspectiva de género cómo se ha inculcado a las mujeres una culpa innata que las hace sentir no ser “suficiente”: “suficientemente buenas, suficientemente adecuadas para, suficientemente dotadas de…”. Follar y comer sin culpa. El placer es feminista (2024) es una invitación a las mujeres a dejar de sentir culpa por su cuerpo, su imagen, sus relaciones…
Este libro, que María del Mar Ramón dedica a sus amigas habla del cuerpo, la masturbación, el sexo, las fotos o la violencia, todo desde el punto de vista de las vivencias de la autora como mujer. A través de experiencias personales, la escritora repasa estos temas y narra varios episodios de su vida, que llegaron a ser violencia en muchas ocasiones. Sin embargo, a pesar de la dureza de algunos de sus recuerdos, su narración huye del lamento o victimización para adentrarse en un tono (casi) humorístico. Reconoce a LGN Medios que escribiendo sus líneas pensó: “No me voy a sentir obligada a bajar la cabeza por violencias de las que no fui culpable”.
“El odio a mí misma no es una disposición genética, me lo enseñó la sociedad”
Esta es una de las frases con las que María del Mar Ramón denuncia en su obra el peso que la sociedad ha puesto durante años sobre la imagen de las mujeres. La autora señala en entrevista con este diario cómo “la sociedad dispone unas normas para aleccionar nuestros cuerpos”, de manera que este odio no es algo que surja de las mujeres por arte de magia, sino que viene “de un sistema formado que además tiene unos réditos y unas formas de castigo que buscan lograr la sumisión de las mujeres”.
Por otra parte, señala la irrupción de las redes sociales como un escaparate que perpetúa este desprecio hacia los cuerpos no normativos. Comenta cómo en estas plataformas tienen mucha visibilidad los “cuerpos súper hegemónicos que muestran cómo superan las inseguridades que les crea tener una estría e invitan al resto de mujeres a hacer lo mismo”, y aunque es cierto que no debemos deslegitimar las inseguridades de ninguna persona, la autora confiesa que esto le resulta “algo un poco obsceno y quizás un poco mezquino”, ya que hablan desde “el mismo lugar que una persona gorda, que no solo se siente mal con ella misma, sino que el sistema de salud le dice que está mal, no le venden ropa o la discriminan en la calle”.
Denuncia la existencia de “instituciones” que repiten a las mujeres desde que tienen memoria cómo deben verse. La autora está segura de que hace falta conciencia y determinación para dejar atrás todas estas imposiciones, y denuncia cómo “no es algo que vaya a cambiar manifestando en un cuaderno mientras que el mundo siga exigiéndonos” unos determinados cuerpos para ser aceptadas.
La rabia como motor de cambio
Para combatir el desprecio hacia los cuerpos que se ha inculcado a las mujeres, estas se han servido de la idea del amor propio, un concepto que buscaba cambiar la visión sobre los cuerpos de manera colectiva. Sin embargo, la autora critica que este concepto ha sido apropiado por el mercado y el capitalismo, que lo ha convertido en un producto más, despojándolo de su significado político y reduciéndolo a simples frases motivacionales en redes sociales. Para la autora, se ha despolitizado: “Lo que era una denuncia y lo que era una forma de supervivencia colectiva, se volvió una plaquita de Instagram”.
María del Mar Ramón recupera la queja política y deja claro que la liberación de las mujeres debe pasar por la actuación y la conciencia de las injusticias e imposiciones que viven día a día. En esta línea, habla de la rabia como un gran motor de cambio, una “herramienta política” que puede movernos a actuar.
Lamenta cómo hoy en día parece que la sociedad se obsesiona por lograr la felicidad absoluta, por potenciar todas las emociones que sean positivas y ocultar o rechazar las negativas. Sin embargo, también son importantes en nuestra vida la rabia, la ira, la frustración, la angustia o la tristeza. “Me preocupa muchísimo esta forma en la que se nos está diciendo que vivamos nuestras existencias alejados y alejadas de cualquier emoción que no sea positiva, básicamente porque es mentira, las cosas duelen y hay que lidiar con ello también”, asegura a LGN Medios.
En su obra, María del Mar Ramón habla del derecho que tenemos todas las personas de expresar la rabia, pero también de sentirla. Anima a sus lectores y lectoras a no alejarse de la rabia que nos puede provocar el mundo, porque “el mundo es un lugar desesperado, y es necesario poder pasar por todos esos sentimientos y emociones hasta llegar a ella”. De hecho, considera que este es un sentimiento que puede llegar a ser positivo: “La rabia es muy activa, es una es una emoción muy vital”.
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