Los vecinos de la calle Encajeras de San Blas viven en constante temor debido a un narcopiso conflictivo que ha estado presente en la zona por más de una década. Este punto de venta de drogas ha traído consigo una oleada de robos, peleas y tráfico de estupefacientes, generando un ambiente de inseguridad que afecta la vida diaria de los residentes.
Uno de los residentes, que prefirió permanecer en el anonimato por temor a represalias, describe la situación con desesperación: “Da mucho miedo, muchísimo. Me quito todo tipo de reloj, me da miedo que me den un palo para meterme al coche. A mi madre le han robado la cadena. La Policía viene, saca a gente esposada, pero a los días vuelven a estar aquí otra vez”.
La constante presencia de toxicómanos a las puertas de sus casas es una de las principales preocupaciones. Un vecino que se mudó a la zona hace apenas tres meses ya quiere irse debido a la inseguridad: “No podemos ni dormir, la inseguridad. Drogados, orinándose por los pasillos. Empecé a notar los problemas y hablé con el propietario, pero ya había hecho un contrato”.
El estado del edificio donde se encuentra el narcopiso es deplorable. Mira cómo está la puerta y no la podemos cambiar porque es que la rompen”. Las condiciones del bloque son un reflejo de la situación de inseguridad y abandono en la que viven los vecinos. El ambiente se ha vuelto tan insoportable que algunos residentes están desesperados por mudarse, pero las dificultades para encontrar soluciones a largo plazo son evidentes.
Pese a la intervención policial, el problema persiste. Los vecinos observan cómo la policía arresta a individuos involucrados en actividades ilícitas, solo para verlos regresar a la zona poco tiempo después. Este ciclo perpetúa la sensación de impotencia y desprotección entre los residentes.
Uno de los presuntos cabecillas del narcopiso, encargado de controlar los movimientos en las inmediaciones, niega las acusaciones de los vecinos y asegura que están mintiendo, lo que solo agrava la situación de desconfianza y tensión en el vecindario.
La situación en la calle Encajeras de San Blas es un llamado urgente a las autoridades para tomar medidas efectivas y duraderas que restauren la seguridad y la tranquilidad en la comunidad. Los vecinos, después de más de una década de convivencia con el miedo y la inseguridad, merecen una solución que les permita vivir sin temor en su propio hogar.
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