La festividad del Orgullo LGTBI en Madrid ha experimentado una notable expansión este año, extendiéndose más allá de sus tradicionales confines en el barrio de Chueca. Según estimaciones preliminares de Hostelería Madrid, esta edición ha generado cerca de 162 millones de euros, especialmente impulsados por los visitantes que llegan de fuera de la región, quienes se estima que contribuyeron con 108 millones de euros al sector de la restauración.

Sin embargo, el crecimiento y la popularidad del evento también han traído consigo desafíos significativos. Desde el Ayuntamiento de Madrid se reportó la gestión de más de 432 toneladas de residuos desde el inicio de las festividades, subrayando la necesidad de un dispositivo de limpieza masivo que involucró a 1.400 efectivos y cerca de 600 medios mecánicos. Solo durante la madrugada del domingo, se recolectaron 88.150 kilos de basura y desperdicios.

En términos de salud pública, el operativo de emergencias atendió a 136 personas el sábado, con 33 traslados hospitalarios, predominantemente debido a mareos por el calor, heridas por caídas, intoxicaciones etílicas y crisis de ansiedad. El Samur-Protección Civil desplegó a 250 sanitarios para asistir a los participantes durante los días festivos, registrando un total de 142 asistencias y 12 traslados desde el miércoles hasta el viernes.

Entre los incidentes más destacados, se reportó un episodio alarmante donde dos jóvenes se lanzaron desde un primer piso, alegando ser perseguidos, posiblemente tras consumir sustancias psicoactivas. Además, se produjo un atropello a dos policías en la Gran Vía, resultado de una persecución que terminó con la detención de un conductor que dio positivo en narcóticos y drogas.

A lo largo de los cuatro días de celebración, más de 200 personas fueron detenidas por la Policía Nacional y la Policía Municipal, con un récord de más de 140 detenciones en los primeros dos días, principalmente por hurtos y actividades relacionadas con el tráfico de drogas.

A pesar de estos desafíos, el Orgullo LGTBI sigue siendo un evento crucial para Madrid, no solo por su impacto económico positivo, sino también por su papel en la visibilidad y la celebración de la diversidad. A medida que la ciudad continúa acogiendo y adaptándose a esta festividad en expansión, la coordinación entre autoridades y organizadores se vuelve fundamental para garantizar tanto la seguridad como el disfrute de todos los participantes.