En el pueblo en el que nunca pasa nada, el dinero -como tantas otras cosas- también pasa de largo. Leganés le interesa tan poco a su Gobierno local, que ni le ponen atención a los requisitos mínimos que hay que cumplir para que nos lleguen las ayudas que reciben el resto de ciudades.
No se pierdan, les doy el titular: el alcalde, Santiago Llorente, ha reconocido que no nos han dado una subvención (varias, en realidad) de más de 5 millones de euros “porque no habíamos iniciado la licitación de los proyectos. No nos leímos bien las bases de las convocatorias”.
Transparencia sí, pero qué desvergüenza. Ahora bien, lo cuenta Llorente después de que lo denunciase una entidad vecinal y otro partido político, y después de que la evidencia de que no hay mejoras en la ciudad rezume por cada costado de cada barrio.
Acaba el 8 de marzo y supura la deficiencia de un servicio fundamental para esas “ellas” para las que trabajan: falta personal en un punto de atención de violencia de género y, por ello, tampoco se accede a una subvención de más de cien mil euros. Al menos, que lo expliquen.
Risas socarronas y palmadas en la espalda en el ambiente socialista en el que nunca pasa nada. Leganés vive a remolque y gracias a las rentas que le dieron los votos de los vecinos en 2019. Desde entonces viven instalados en un horario de mañana y siesta permanente: el horario de los funcionarios. ¿Qué son 5 millones de euros, y la rehabilitación de edificios antiguos? Ya vendrá una nueva convocatoria, ya vendrán tiempos mejores, elecciones en un año, y a vivir otros cuatro.
Pasar, no pasa nada; impunidad, toda. Y pedir disculpas a los vecinos de Vereda de los Estudiantes afectados directamente por la pérdida de la subvención, ni planteárselas.
En la televisión salimos, por unas ratas o por otras.
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