Comilona Jiménez – Recoger con las manos

Ago 30, 2021 | Actualidad, Comilona Jiménez, Cultura y Ocio, Opinión

Por Almudena Jiménez.

Hace tres años, y después de que llevase siendo una de sus ilusiones desde hace mucho, mi hermana por fin tuvo un huerto. Se lo plantó Conrado, un hombre con el que yo coincido mucho menos de lo que me gustaría porque paso mucho menos tiempo en el campo del que yo quisiera; pero esto ha sido así siempre, hasta que me toque la lotería, y entonces ya haga siempre lo que quiera al menos en mis sueños. Era un pedazo de tierra en barbecho desde ni se sabe cuándo; y Conrado, que tiene una expresión que nos causa fascinación y que es una clase de Historia a partes iguales, plantó verduras y hortalizas a sus anchas. Qué bárbaro, qué generoso, Conrado, “¡me cago en La Habana!”. Esa es la frase célebre, por si cabe duda. Salieron de aquellas semillas y del esfuerzo a espalda tronchada de mi hermana y de mi padre, y de alguno más, unos tomates de esos que ahora te cobran la rodaja a quince euros; y además salieron tantos que menuda conservera se montó en aquella cocina.

Comimos ese verano todos los pepinos que brotaban a decenas cada día, unos calabacines como bates de béisbol, unos pimientos que hicieron aquellos pistos que todavía guardo en mi corazón. Había más, y había mucho: las lechugas, que eran de hoja de roble, y no terminaron de cuajarle a la experta en ensalada que era mi tía -nadie sabe verlo, pero claramente he heredado su don con el aceite, la sal y el exceso de vinagre. Esa lechuga no agarraba el aliño, tía, era áspera como ella sola, -; por tanto, no se plantaron nunca más en los huertos venideros; había berenjena, que ya quisieran los de Almagro, y también cebollas. Recoger con las manos es también un paseo si el calor afloja una tarde de agosto recolectando las moras silvestres de las zarzas, con las manos negras, mezcladas después con el olor de unos cuantos tallos de hinojo, para las berenjenas.

Las peras de los árboles, a las que les pega el sol todo el día pero que, cuanto más calientes, más me gustan. Sobra decir que cualquier alimento que primero siembras, luego cuidas, riegas y recoges, es el manjar mejor del que hablaré por aquí. Lo es por la ilusión de mi hermana, por la iniciativa de Conrado; tal vez, también, porque me lo como sin proporción mucho más de lo que lo trabajo, todo suma, pero lo agradezco. Después de ese primer huerto, Conrado ha seguido poniendo las primeras semillas y el trabajo lo ha hecho el resto, pero la tierra ya no ha servido igual los alimentos, como si no tuviera tantas ganas, qué sabemos. Las hojas de algunas plantas se han puestas feas. La “arañuela”, por lo visto. Hablo como si supiera, pero en realidad solo les observo, mucho más de lo que se imaginan; tratando de aprender por si se me pega algo, y en algún momento me toca la lotería y puedo yo animarme a tener mi propio huerto.

Almudena Jiménez

Periodista. Escribo y hago radio local. Me gusta comer bien, mi familia, y conducir. Todo mejor en 35 mm.

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