El AVE suspendido por incendio ha causado este miércoles importantes alteraciones en la circulación ferroviaria entre Madrid y Barcelona. El fuego comenzó en una zona de matojos junto a las vías en la circunvalación de Lleida, y se propagó rápidamente hasta alcanzar la infraestructura ferroviaria, según informó Adif.
Los Bomberos de la Generalitat recibieron el aviso a las 19:08 horas y desplazaron seis dotaciones para contener las llamas. Aunque el incendio no ha causado heridos, su proximidad a la vía obligó a cortar el tráfico de trenes de alta velocidad. La interrupción afecta también al tramo entre Zaragoza y Lleida, lo que agrava las consecuencias logísticas.
Este nuevo incidente ocurre durante la operación salida del verano, una de las fechas con mayor volumen de pasajeros del año. Más de 15.000 viajeros se han visto afectados, según estimaciones preliminares. Algunos han perdido vuelos, tratamientos médicos o enlaces críticos. Otros han denunciado falta de información en estaciones y trenes.
La situación se suma a las incidencias recientes registradas en los corredores de Levante y Andalucía, donde también hubo cortes y retrasos. Varias organizaciones de consumidores han comenzado a recibir quejas formales y preparan reclamaciones colectivas.
Desde el Ministerio de Transportes, aún no se ha ofrecido una valoración oficial. Sin embargo, la presión pública aumenta. El caso del AVE suspendido por incendio pone sobre la mesa la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas ante situaciones externas y la necesidad de mejorar la respuesta operativa ante emergencias como esta.
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