Las altas temperaturas que azotan la Comunidad de Madrid están convirtiendo las escuelas infantiles de Leganés en auténticos hornos, poniendo en riesgo la salud y el bienestar de los niños y del personal docente. La falta de aire acondicionado y las soluciones temporales precarias proporcionadas por la administración, como ventiladores y aparatos portátiles de aire, son completamente insuficientes para hacer frente al calor sofocante.

Es el caso de las escuelas infantiles Rosa Caramelo y Koala, ubicadas en Leganés. Las familias y las educadoras denuncian la falta de aire acondicionado y la precariedad de las soluciones temporales proporcionadas por la administración, como ventiladores y aparatos portátiles de aire conocidos como “pingüinos”. “Las temperaturas son insoportables y los niños no pueden disfrutar del aire libre”, lamenta Nuria, madre de un niño de un año en la Escuela Infantil Rosa Caramelo. “Los tubos de salida de aire caliente de los pingüinos alcanzan temperaturas muy elevadas y podrían provocar quemaduras graves a los niños”, añade.

Aparte del riesgo de quemaduras, la precaria instalación de estos aparatos y la sobrecarga de la red eléctrica generan un riesgo de accidentes eléctricos. Además, las aulas se convierten en “hornos” que dificultan el aprendizaje y el descanso de los niños, incluso poniendo en riesgo su salud con la posibilidad de golpes de calor.

Beatriz, educadora infantil con cinco años de experiencia en el centro, resume la situación: “Llevamos años luchando por la instalación de aire acondicionado. Las autoridades nos ignoran y nos dejan con soluciones precarias que no son suficientes”.

Manuela Bergerot, portavoz de Más Madrid en la Asamblea, ha calificado la situación como “negacionismo climático en acción” por parte del Gobierno regional y ha exigido medidas urgentes para crear una red de refugios climáticos en los centros educativos.

Desde la Consejería de Educación aseguran haber realizado 337 actuaciones para paliar el calor en los centros educativos, con una inversión de más de 3 millones de euros. Sin embargo, estas medidas no llegan a todas las escuelas y las familias y docentes de los centros afectados siguen exigiendo soluciones permanentes y efectivas.

“Hemos intentado de todo, pero no hay voluntad política para solucionar el problema”, denuncia Nuria. “Los niños merecen estar en un ambiente seguro y confortable, y es responsabilidad del Gobierno proporcionar esas condiciones”.

La situación actual genera una mezcla de frustración, desesperación y sensación de abandono en las familias y el personal docente de estas escuelas infantiles. Mientras el verano apenas comienza, las perspectivas de una solución rápida parecen poco alentadoras.