El caso de Lidia revela deficiencias técnicas y de gestión en los dispositivos de control para agresores
Una mujer, bajo el nombre ficticio de Lidia para proteger su identidad, ha denunciado graves fallos en el sistema de pulseras antimaltrato implantado en España. Pese a contar con una orden de alejamiento, su agresor pudo acercarse hasta 17 metros de distancia, cuando la restricción legal marcaba un mínimo de 750 metros. Según su testimonio, el dispositivo de control “Cometa” falló en su propósito de advertir a tiempo del peligro, lo que puso en riesgo su integridad física.
El agresor fue posteriormente detenido y cumplió nueve meses de prisión. Sin embargo, al recuperar la libertad, el sistema volvió a fallar. Según denuncia Lidia, las autoridades “olvidaron colocarle el dispositivo de seguimiento”, lo que permitió que el hombre escapara e incluso llegara a arrancarse la pulsera. “Es un fracaso del sistema”, sentencia, exigiendo que las instituciones tomen medidas inmediatas para garantizar la seguridad de las mujeres víctimas de violencia de género.
Las críticas al sistema no son nuevas. Durante el proceso de cambio de proveedor tecnológico, se detectaron fallos en el volcado de datos que impidieron controlar con precisión los movimientos de los agresores. Este error derivó en sobreseimientos y absoluciones, lo que generó preocupación en asociaciones y organismos de protección.
Expertas en la materia, como María Ángeles Carmona, expresidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, alertaron en enero de 2024 a la ministra Ana Redondo sobre la precariedad de las nuevas pulseras, adjudicadas a la empresa Vodafone. Carmona llegó a denunciar que algunos dispositivos procedían de plataformas de venta en línea como AliExpress, lo que refleja, según sus palabras, un “fallo estructural” que compromete la seguridad de miles de mujeres en España.
0 comentarios