En la Casa Blanca, EE. UU. presenta un plan internacional que Israel dice aceptar; Hamas aún no ha respondido
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ofrecieron una comparecencia conjunta en la Casa Blanca en la que Trump afirmó que Netanyahu ha aceptado un plan de 20 puntos diseñado por Washington para poner fin al conflicto en la Franja de Gaza. El proyecto contempla un alto el fuego inmediato, la entrega de rehenes y la creación de un gobierno de transición supervisado por una Junta de la Paz internacional que, según lo anunciado por la Casa Blanca, incluiría al propio Trump y al ex primer ministro británico Tony Blair.
El plan, según las autoridades estadounidenses y israelíes, ofrece medidas concretas: la liberación de rehenes en plazos limitados, el repliegue gradual de fuerzas israelíes, la entrada de ayuda humanitaria gestionada por agencias internacionales y la desmilitarización de Hamás. Ambos líderes insistieron en que el acuerdo supone condiciones estrictas destinadas a impedir que Gaza vuelva a representar una amenaza para Israel, y subrayaron que la iniciativa se aplicaría en zonas consideradas “libres de terrorismo” por las Fuerzas de Defensa israelíes. Analistas y organismos internacionales han mostrado cautela sobre la viabilidad práctica y legal de alguno de los elementos propuestos.
Durante la rueda de prensa, Trump advirtió que si Hamás rechaza el acuerdo —algo que por ahora no ha ocurrido— Estados Unidos respaldará plenamente a Israel para tomar las medidas necesarias, hasta la “destrucción” de la milicia si fuera preciso, según sus palabras. Netanyahu, por su parte, definió a Trump como un aliado clave y dijo que el plan coincide con los objetivos de su Gobierno, entre ellos la liberación de rehenes y la eliminación de la capacidad militar de Hamás. Observadores internacionales han subrayado que la falta de aceptación por parte de Hamás y la diversidad de actores regionales complican la implementación.
Las implicaciones regionales son significativas: si la propuesta avanzara, implicaría un amplio papel internacional en la administración temporal de Gaza y una reforma de la Autoridad Palestina, además de riesgos políticos para actores como Qatar, Egipto y los países árabes cercanos, que han reaccionado con interés y reservas. Varios gobiernos y entidades humanitarias han pedido garantías sobre la protección de civiles y un mecanismo creíble para la reconstrucción y la entrega de ayuda. La comunidad internacional permanecerá atenta a la respuesta de Hamás y a los pasos concretos que adopten Washington y Tel Aviv.
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