El presidente frena una guerra comercial generalizada, aunque aumenta la presión sobre Pekín
El presidente Donald Trump ha anunciado una pausa de 90 días en la imposición de nuevos aranceles a más de 75 países, con excepción de China, cuyas tarifas han sido elevadas hasta un 125%. La decisión, comunicada inicialmente a través de su red Truth Social, representa un giro inesperado tras días de declaraciones enérgicas que auguraban una ofensiva comercial a escala global.
Según la Casa Blanca, la suspensión forma parte de una estrategia planificada que pretende abrir espacio para negociaciones bilaterales. Sin embargo, la confusión inicial y la falta de claridad en la comunicación oficial generaron incertidumbre en los mercados y entre los socios comerciales de Estados Unidos. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, defendió el movimiento afirmando que “más de 75 países ya se han puesto en contacto con nosotros”, mientras que la portavoz Karoline Leavitt aseguró que “el mundo entero está llamando a Estados Unidos”.
La decisión se produce en medio de una creciente presión pública e inestabilidad económica, con caídas en el mercado de bonos y un clima de desaprobación ante la política arancelaria. Aunque Trump defendió su postura alegando que los aranceles eran necesarios para corregir desequilibrios económicos, reconoció que “la gente se estaba poniendo un poco nerviosa” con respecto a las repercusiones.
A pesar de esta moderación, Trump mantiene una postura agresiva frente a China, lo que podría reconfigurar las dinámicas económicas globales. Wall Street reaccionó positivamente a la suspensión parcial, pero persisten dudas sobre la consistencia del plan y los efectos que tendrá una reactivación de los aranceles tras el plazo anunciado. A medida que el reloj corre hacia ese vencimiento, el escenario queda abierto para una nueva fase de tensión comercial e incertidumbre internacional.
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