En Leganés, la reciente votación de los presupuestos para 2025 ha generado gran controversia. VOX votó en contra de la propuesta, lo que, al igual que el resto de la oposición, ha impedido la aprobación de los mismos. Este gesto bloqueó el progreso de la ciudad, lo que muchos ven como una estrategia para conseguir poder, a pesar de que la medida no favorecía a los ciudadanos. La falta de un consenso político en este contexto refleja la falta de interés por el bienestar de Leganés y la prioridad de intereses personales.

Lo más sorprendente de esta situación es que VOX tenía la llave para que los presupuestos fueran aprobados, pues con su voto afirmativo, el proyecto habría salido adelante. Sin embargo, optaron por votar en contra, lo que plantea dudas sobre su responsabilidad política. El voto negativo de VOX no responde a una postura ideológica clara, sino a una estrategia de poder que no tiene en cuenta las necesidades de la ciudad ni los intereses generales. El bloque opositor logró hacer frente común, pero sin llegar a una solución constructiva.

La portavoz de VOX, al parecer, prefirió unirse a la oposición por disputas personales con Carlos Delgado, primer teniente de alcalde. Este factor, completamente ajeno a la política efectiva, dificultó las negociaciones y muestra cómo la política local se ve trastocada por conflictos internos. El nerviosismo y la falta de ética en estos movimientos evidencian que la política en Leganés se está haciendo desde el personalismo y no desde el consenso o la ética política.

Esta situación deja claro que el funcionamiento político en Leganés está siendo influido por decisiones que no buscan el bienestar de los ciudadanos, sino que se basan en disputas internas y rivalidades personales. En este sentido, la política no parece estar funcionando de manera efectiva y los intereses personales siguen siendo la prioridad de algunos actores clave, como VOX.