El piloto español conquista su séptimo título en MotoGP después de superar lesiones y dudas
El piloto Marc Márquez ha vuelto a lo más alto del motociclismo al proclamarse campeón del mundo de MotoGP en el circuito de Motegi (Japón). El español, de 32 años, logra así su séptima corona en la categoría reina y la novena de su carrera profesional, cerrando un ciclo de sufrimiento que comenzó en 2020 con la grave fractura de húmero que le apartó de la regularidad competitiva.
Durante estos cinco años, Márquez vivió un auténtico calvario, marcado por operaciones, recaídas y dudas sobre su futuro en el deporte. “He luchado, luchado y luchado, y he vuelto a ganar. Estoy en paz, y esto es lo más importante”, declaró visiblemente emocionado tras cruzar la línea de meta. El piloto reconoció que cometió un error al regresar demasiado pronto en 2020, lo que prolongó su recuperación, pero aseguró que esa experiencia le ha transformado: “Aunque no he perdido mi ADN, ahora soy más calculador, más controlador”.
El proceso de recuperación no solo incluyó mejoras médicas y físicas, sino también una renovación completa de su entorno profesional. Según su mánager, Jimmy Martínez, el plan inicial fue simplemente devolverle la ilusión por competir: “Volver a ganar era secundario, se trataba de verle feliz”. A partir de ahí, los pasos le llevaron al equipo oficial de Ducati, donde ha encontrado el entorno ideal para volver a disfrutar sobre la moto.
El triunfo de Márquez en Japón tiene implicaciones más allá del deporte. Supone la consolidación de un regreso que parecía improbable y refuerza su figura como uno de los grandes referentes del motociclismo mundial. A sus 32 años, y tras haber considerado incluso la retirada, el piloto asegura haber aprendido a valorar más los momentos de calma y a priorizar el disfrute por encima de la presión de las estadísticas. Con este nuevo título, Márquez demuestra que la resiliencia y la pasión siguen siendo su motor principal.






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