Una importante red de trata de personas ha sido desarticulada y 12 mujeres han quedado en libertad gracias a un chivatazo anónimo en Leganés y Móstoles. La Policía Nacional ha detenido a 22 personas involucradas en esta organización criminal.
La clave para desmantelar la red y rescatar a las víctimas ha sido la información proporcionada a través de los canales de comunicación anónima que mantiene la Policía Nacional para combatir la trata de personas. El correo electrónico trata@policia.es y el teléfono gratuito 900 10 50 90 jugaron un papel fundamental en esta operación, cuando una persona desconocida aportó datos sobre una casa en Leganés donde jóvenes inmigrantes estaban siendo esclavizadas.
Los agentes de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras, tras intentar sin éxito involucrar al informante anónimo en la investigación, han logrado ubicar a una víctima en Paraguay y otra en Murcia, a quienes pudieron tomar declaración. Sin embargo, era necesario recopilar suficientes pruebas para obtener la autorización judicial para registrar los inmuebles.
La labor de vigilancia y seguimiento de los agentes ha permitido descubrir que las mujeres eran obligadas a realizar salidas constantes a domicilios de los clientes, durante las 24 horas del día. La mayoría de los servicios se realizaban fuera del chalé donde estaban alojadas, utilizando vehículos de transporte con conductor (VTC). Además, un grupo de cuatro chóferes trabajaba exclusivamente para la red, encargándose de recoger y entregar a las víctimas a pocos metros de la vivienda en Leganés, evitando llamar la atención.
El sótano del chalé de Leganés se reveló como el lugar donde las víctimas estaban sometidas a condiciones inhumanas. Sin ventanas ni entrada de aire natural, las mujeres eran mantenidas en tres habitaciones que parecían trasteros. Allí, eran controladas mediante cámaras de videovigilancia y sometidas a la mirada escrutadora de otras mujeres del grupo criminal. El espacio insalubre y la falta de higiene se sumaban a la presión constante ejercida sobre las víctimas.
La red reclutaba principalmente a mujeres provenientes de Paraguay, Colombia y Perú, quienes, engañadas por ofertas de empleo como “scorts” de lujo, terminaban atrapadas en una situación de explotación y violencia. Una vez capturadas, perdían cualquier capacidad de elección sobre sus clientes y eran obligadas a vender droga y consumirla. Algunas de las víctimas ya estaban enganchadas a la cocaína como resultado de este sometimiento.
La organización criminal imponía multas a las mujeres por no limpiar el chalé y les confiscaba gran parte de los ingresos que obtenían.
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