Decenas de miles denuncian en las calles el deterioro del sistema sanitario y acusan a las autoridades de fomentar su privatización

Madrid vivió este domingo una jornada de protesta masiva con la participación de entre 30.000 y 200.000 personas, según cifras de la Delegación del Gobierno y los organizadores, respectivamente. Bajo el lema “La Sanidad no se vende, se defiende”, los manifestantes recorrieron el centro de la capital para exigir el fin de lo que califican como un proceso de privatización encubierta del sistema de sanidad público.

La protesta, convocada por asociaciones vecinales, sanitarios y plataformas ciudadanas, surge tras meses de denuncias por la falta de personal, cierres de centros de atención primaria, y una creciente externalización de servicios hacia empresas privadas. “Estamos viendo cómo convierten nuestro derecho a la salud en un negocio”, advirtió José Manuel Sánchez, médico de familia y uno de los portavoces del colectivo convocante.

Desde el Gobierno regional no hubo pronunciamiento oficial tras la marcha, aunque en anteriores ocasiones la presidenta madrileña ha defendido que su gestión busca “eficiencia y modernización” del sistema. Sin embargo, para muchos ciudadanos, se trata de un modelo que “desmantela lo público para beneficiar intereses privados”, como expresó Lucía Herrera, enfermera en un hospital público madrileño.

Los organizadores aseguran que no se trata de una movilización aislada, sino del inicio de una campaña sostenida de presión social. Las próximas semanas se esperan más acciones, concentraciones y asambleas barriales. El mensaje lanzado desde las calles es contundente: “La salud no puede ser un privilegio, es un derecho básico que el Estado debe garantizar”.