Irán responde con más de 100 drones tras el ataque israelí que eliminó a la cúpula militar y científica de su programa nuclear.
Israel lanzó en la madrugada del viernes un ataque aéreo masivo contra instalaciones nucleares y militares en Irán, causando la muerte del jefe del Estado Mayor iraní, Mohamad Hosein Baqerí, y del comandante de la Guardia Revolucionaria, Hosein Salamí. El bombardeo afectó la planta nuclear de Natanz, epicentro del programa atómico iraní, y mató también a seis científicos vinculados con el desarrollo de armas nucleares. Tel Aviv justificó la operación como una acción “preventiva y precisa” ante los avances nucleares de Teherán.
En represalia, Irán lanzó más de 100 drones hacia territorio israelí, la mayoría de los cuales fueron interceptados por la Fuerza Aérea. Las alarmas antiaéreas sonaron por todo Israel ante la posibilidad de un nuevo ataque. El líder supremo iraní, Ali Jameneí, advirtió que el país hebreo recibirá un “destino amargo y doloroso”, mientras el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, prometió una respuesta contundente al “crimen” cometido.
Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, calificó el ataque como “exitoso” y anunció que la operación continuará mientras exista una amenaza nuclear por parte de Irán. Según explicó, el régimen iraní estaba a pocos meses de tener capacidad real para fabricar una bomba nuclear. “Israel se niega a ser víctima de un holocausto nuclear”, declaró, defendiendo la ofensiva como un acto de legítima defensa existencial.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que la planta de Natanz resultó dañada y expresó su preocupación por el impacto en la seguridad nuclear y ambiental. Mientras tanto, Estados Unidos negó su implicación en el ataque, aunque Donald Trump advirtió a Irán que evite represalias contra intereses estadounidenses. El conflicto eleva drásticamente la tensión en Oriente Próximo y plantea un escenario de alta inestabilidad internacional.
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