Una protesta violenta en la Gran Vía puso en riesgo a ciclistas y aficionados, generando tensión y suspensión parcial de la carrera

Una protesta violenta propalestina en la Gran Vía de Bilbao interrumpió el desarrollo de la etapa de La Vuelta, al empujar vallas de seguridad y obligar a los organizadores a actuar para impedir la invasión de la calzada en pleno paso del pelotón. El incidente puso en riesgo la integridad física tanto de ciclistas como de aficionados, obligando a suspender la etapa a falta de tres kilómetros para el final.

El equipo Israel Premier Tech, principal objetivo de la protesta, se convirtió en el centro de las críticas y de los llamamientos a su expulsión de la competición. Sin embargo, su director, Óscar Guerrero, afirmó con rotundidad que no contemplan abandonar: “No tenemos ninguna duda de que vamos a seguir en carrera. Somos un equipo deportivo que ha venido aquí a competir”. Guerrero insistió en que los resultados obtenidos en la primera semana reflejan la profesionalidad de la formación.

El responsable del equipo reconoció que las protestas son un derecho legítimo, pero reclamó que se realicen de manera pacífica. “Estamos sufriendo vejaciones físicas y verbales”, lamentó. Además, advirtió que si el equipo cediera a la presión, “seríamos objetivo en cada carrera y tendríamos que bajarnos aquí, allí y en todas partes. Sería el cierre del equipo”.

Ante lo ocurrido, la organización de La Vuelta ha reforzado la seguridad en las siguientes etapas, especialmente tras conocerse que en Cantabria se ha convocado otra manifestación. Estos incidentes no solo ponen en debate la convivencia entre deporte y reivindicaciones políticas, sino también el impacto que pueden tener en la imagen internacional de una de las grandes competiciones ciclistas del mundo.