Desde hace tiempo, el robo del cobre se ha convertido en un problema en España. De hecho, la Guardia Civil desarticulaba una organización criminal asentada en el país y se llevaba detenidas a 12 personas y se investigaba a otras tres por el presunto robo de 15 toneladas de cable de cobre. Ahora, el Polígono de Prado Overa de Leganés está en el punto de mira, haciendo que la Policía Nacional tenga que personarse casi diariamente en estas chatarrerías sin permiso para gestionar residuos.

En una de ellas, desde la página web gestiona.Madrid.org de la Conserjería de Medio Ambiente, se especifica que cuentan con el permiso de posesión, pero no para gestionar residuos. Sin embargo, varias personas venden cobre ahí. Aún así, los trabajadores han asegurado tener la documentación pertinente para llevar a cabo este tipo de gestiones. Desde la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje, en la patronal del sector, se denuncian al año alrededor de 15 de estos establecimientos ilegales.

A día de hoy, el cobre y el bronce son los metales que mayor valor tiene en el mercado. Es más, una chatarrería puede llegar a pagar hasta 3 euros por el kilo de cobre. El ejemplo más claro para el robo de cobre es el de las catenarias de los trenes. Si roban este cobre, lo más normal es que afecte a las personas de a pie en su día a día. Perder un tren, llegar tarde a la escuela o el trabajo, retrasos…. Otro de los ejemplos de robos de cobre son los cables de cobre de la conexión a Internet o incluso los de alumbrado, lo que provoca apagones como ya se ha producido alguna vez en carreteras como la M40 o la M50.

En este sentido, se pueden diferenciar dos tipos de delincuentes que se dedican al robo del cobre: los que roban chatarra pequeña, como pomos de puertas, y los que lo hacen en mayor medida, en los que se incluyen aquellos que roban los cables mencionados anteriormente.